Sin duda, en cada ámbito de nuestro quehacer profesional se esperan resultados, siendo el aprendizaje y el crecimiento personal y afectivo de los educandos, el principal.
Del mismo modo, también se espera que nuestros colegas se sientan apoyados, y que consideren nuestro desempeño como responsable y efectivo. Así mismo, se espera que los padres se sientan conformes con la calidad de nuestro servicio y con nuestro compromiso profesional.
Por lo tanto, el buen desempeño profesional de los docentes, así como de cualquier otro profesional, puede determinarse tanto desde lo que sabe y puede hacer, como desde la manera como actúa o se desempeña, y a partir los resultados de su labor.
Teniendo en consideración lo anterior, los procedimientos concretos con los cuales verificaría mi desempeño, serían las siguientes:
a) Observación de clases: La utilización de este procedimiento parte de la premisa de que observar al docente en acción es la mejor herramienta para reunir información acerca de su efectividad. Aporta evidencias muy difíciles de obtener de otra forma como son: el clima en el aula, la naturaleza y calidad de las interacciones alumnos-docente, los procesos de aprendizaje conducidos por el docente y el funcionamiento general de la clase.
b) Autoevaluación: Este procedimiento permitiría lograr, en la evaluación del desempeño docente, algunos objetivos importantes como estimular su capacidad de autoanálisis y autocrítica, así como su potencial de autodesarrollo; incrementar su nivel de profesionalidad; promover una cultura innovadora.
En términos generales, se trata de un proceso en que el profesor efectúa juicios acerca de la adecuación y de la efectividad de su propia actividad, con el objeto prioritario de establecer objetivos de mejora.
c) Pruebas de conocimiento: No voy a describir con detalle en qué consisten, pero sí señalar algunas características que debieran tener para que tengan real valor en la evaluación del desempeño docente: deben retomar experiencias en las cuales se ve inmerso cotidianamente el docente. Por ejemplo, plantear una serie de preguntas para que el docente seleccione la estrategia que considere más adecuada; valore las respuestas dadas por un estudiante a una evaluación; decida un curso de acción ante una situación de aula; aborde una situación problema desde su saber disciplinar entre otros.
d) Opinión de los padres: Incrementar la participación de los padres en los procesos de evaluación del desempeño docente, permitiría analizar perspectivas y conocer puntos de vista y aspectos imposibles de obtener mediante otras fuentes: acerca de la interacción entre el docente con los alumnos y con las familia; de cómo responde a las necesidades de los estudiantes; de la pertinencia de los retos y trabajos que asigna a los alumnos, especialmente los que encomienda para hacer en casa; etc.
e) Opinión de los alumnos: Uno de los argumentos de mayor peso para justificar su inclusión en la evaluación del desempeño docente tiene que ver con el hecho que ellos son los consumidores principales de los servicios educativos del docente. Por ello se encuentran en una posición privilegiada para proporcionar información acerca de la efectividad de la docencia. Son los únicos que tienen información directa del tipo, naturaleza y calidad de las prácticas docentes que se realizan en el aula.
f) Coevaluación o evaluación de los pares: Dada la naturaleza colaborativa del proceso de enseñanza y de la educación contemporánea, sería absurdo imaginar un proceso de evaluación que ignorara a los pares como fuente vital para la retroalimentación de la mejora de la calidad de la actividad docente. La información solicitada a los pares debe ser información objetivamente valorada respecto de aquellos elementos de su actividad, que los compañeros conocen directamente y que deberán expresar de tal manera que pueda utilizarse para su mejora.
g) Rendimiento de los alumnos: Pareciera que es esta la mejor forma para evaluar el desempeño docente. Aparentemente debe haber una relación directa entre la eficiencia de un docente y el éxito alcanzado por sus alumnos. Desafortunadamente no es así. El éxito o fracaso de un alumno no depende exclusivamente de la acción positiva o negativa de su profesor, sino de una serie de factores, entre las cuales la variable docente es una más.
Otras variables serian:
*Las características del plan de estudio.
*Las características de la institución docente.
*El medio ambiente donde proviene el alumno.
*La capacidad y actitud del alumno.
Por eso no es valido atribuir al docente toda la responsabilidad del fracaso o éxito escolar.
Todas estas acciones que permiten verificar el desempeño docente, deben realizarse conjuntamente y no por separado, pues solo así proporcionan resultados concretos para su mejora.
En definitiva, el propósito fundamental de someterse a evaluaciones docentes, es el de mejorar la calidad del desempeño de los profesores y profesoras en todos los niveles, en función de un mejoramiento de la educación ofrecida en los establecimientos del país.
Para finalizar, cabe mencionar que un docente “siempre” debe preocuparse de su desempeño como educador, debido a que enseñamos para formar personas integras e integradas, para que, aparte de saber y saber hacer, puedan aprender a ser y aprender a vivir y a convivir.